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Lookbooks
Pubicado el : 27/10/2016 09:07:51
Categorias : Estilo de Vida
Hace un tiempo hablábamos en este blog de las pesadillas de los niños y de sus miedos, en particular, del temor a los médicos. Y sin embargo, es ahora más que nunca cuando tenemos que hablar de miedo y de pesadillas, pues se acerca en los calendarios la festividad de Halloween fechada en el 31 de octubre.
Tradición para algunos o celebración comercial para otros, lo cierto es que Halloween ha llegado a España para quedarse: ¿quién no adora los disfraces y los dulces? En Vagaluz nos adentramos en el origen de esta fiesta, en cómo está ligada al Día de los Difuntos y en la trascendencia de todo ello para los niños.
La tradición más arraigada de Halloween encalla en los países anglosajones (en particular Estados Unidos, Canadá, Irlanda y Reino Unido). Desde las década de los 70 y 80, la influencia de esta festividad se extendió mundialmente con la ayuda del cine y la televisión.
La propia palabra Halloween es una contracción de la voz escocesa: Allhallow-even, que podemos traducir como a “víspera de todos los santos”. Los antiguos celtas ubicaron el 31 de octubre como el fin de la temporada de cosechas, dando inicio el día siguiente al largo invierno típico en estos países del norte de Europa. Esta fiesta fue asimilada en la cultura romana/cristiana situando el día de Todos los Santos en el 1 de noviembre.
La emigración de irlandeses hacia Estados Unidos en la segunda mitad del s. XIX hizo el resto. De la mano de los inmigrantes que llegaron al nuevo continente, la fiesta de Halloween adquirió un mayor protagonismo en el país, consolidándose y celebrándose masivamente a partir de los años 20 del siglo pasado.
En la actualidad, el mundo occidental celebra de una manera u otra esta transición entre el día 31 y el 1 de noviembre y todas las festividades tienen un significado en común: la cercanía del mundo de los vivos y de los muertos esa noche. La internacionalización de la fiesta ha expandido las costumbres americanas para festejar este día: pedir golosinas con el “truco o trato” (similar al aguinaldo español), disfrazarse con temática de misterio o miedo…, entre otras.
Del análisis de ambas celebraciones extraemos el muy distinto carácter de Halloween y del Día de Todos los Santos. Esta predilección por el mundo del miedo y del misterio el día 31 de octubre ya había calado hondo en los pueblos españoles desde incluso antes de la formación de Estados Unidos como país. Tanto es así que Gustavo Adolfo Bécquer dedicó una de sus leyendas a la víspera de Todos los Santos, recogiendo así la tradición oral soriana. Sin embargo, no se trataba de una fecha festiva, sino un tanto tenebrosa y de mal augurio.
El retrato de la jornada de la pluma de Bécquer no evoca precisamente jolgorio: “dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica […]. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria lo llamamos el Monte de las Ánimas”, afirmaba el poeta.
Las costumbres americanas han traído el buen hábito de reírnos de nuestros miedos. Sin embargo, para los niños, sobre todo para los más pequeños, este día puede suponer un choque y les puede resultar difícil aceptar tomarse a broma los sombríos asuntos de brujas, vampiros, arañas y demás personajes de terror.
Por ello, os dejamos unas indicaciones para que el miedo no sea el rey de fiesta:
¡A disfrutar del día!
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